Carlos Gaviria Díaz: un magistrado ético que luchaba por el pluralismo
Gonzalo A. Ramírez Cleves
Profesor Universidad Externado de Colombia
@iureamicorum
Publicado en Ámbito Jurídico aquí.
Ayer murió, en las horas de la noche, el profesor, jurista, político, pero sobretodo humanista Carlos Gaviria Díaz, los idus de marzo. Carlos Gaviria se desempeñó como miembro de la primera Corte Constitucional, de 1993 al 2001, y fue su presidente, en 1996. Fue el símbolo de la transparencia, la ecuanimidad, la sabiduría y la honradez en la Corte.
Sus proyectos de sentencias históricas, como la que posibilitó la despenalización del porte y consumo de la dosis mínima, en donde se leen párrafos kantianos de la autonomía de la voluntad de que nadie puede obligar a otro a vivir a su modo (Sentencia C-221 de 1994); o la posibilidad de la eutanasia (Sentencia C-239 de 1997), en donde nos habla de que la Constitución se basa en el pluralismo y no puede estar abocada a una sola concepción de la vida –la religiosa–, ya que la Constitución no puede estar fundada en la crueldad; o la tutela T- 652 de 1998, en donde utilizando la idea garantista de Ferrajoli, que aplicó quizás sin saberlo, protegía a la parte débil de los indígenas Embera-Katío frente a la parte fuerte de los constructores de la represa de Urrá I, y en la que específica que se deben tutelar los derechos fundamentales a la “supervivencia, a la integridad étnica, cultural, social y económica, a la participación y al debido proceso del pueblo Embera-Katío del Alto Sinú” e indemnizar por todos los daños ocasionados por la construcción de la represa en su territorio, nos dan claro testimonio de su virtud como jurista y juez filósofo.
Carlos Gaviria era kelseniano y lo enseñaba como profesor de Filosofía del Derecho y Derecho Constitucional en la Universidad de Antioquia. De este modo, Gaviria, al igual que Kelsen, diría que hay que separar el derecho de cualquier idea moral o ética que pretenda dominarlo y acabar con el pluralismo y con la tolerancia de las sociedades democráticas diversas. Sin embargo, la separación entre moral y derecho no significa que el juez no deba tener en cuenta los valores en su oficio. Una cosa es fallar a través de una moral única y otra, en cambio, que cada uno de los actos fueran presididos por una ética fundada en el humanismo, que para Gaviria era la máxima kantiana de que el hombre es un fin en sí mismo y no un medio para nadie. Como nos cuenta Rodolfo Arango en una de sus columnas, Carlos Gaviria Díaz decía, como Wittgenstein, que la ética no se enseña, sino que se práctica.
Muere Carlos Gaviria en una crisis de la Corte Constitucional sin precedentes. Que su memoria y ejemplo nos lleve a salir de la oscuridad de ideas y esperanza en la que nos encontramos, y que brille otra vez la luz para que los jueces, en su labor, practiquen una ética fundada en la honradez y la transparencia, conjugadas con una buena dosis de humanismo. Paz en la tumba de un gran maestro.
Adenda: Se abre ¡Corte limpia ya!, red de ciudadanos que exigimos una solución pronta a la crisis de la Corte Constitucional y a la justicia. Transparencia, rendición de cuentas y responsabilidades: @CorteLimpia,www.cortelimpiaya.blogspot.com
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